Una excavación en Luxor dirigida por la arqueóloga española Myriam Seco desentraña los misterios del templo funerario del gran faraón guerrero
Como casi siempre que se excava en el pasado, al pasar el pincel sobre la historia la piedra desvela intrigas, traiciones, luchas de poder y, de vez en cuando, un personaje de cualidades asombrosas que nos hacen soñar al estilo de las películas en tecnicolor. Tutmosis III, soberano de la XVIII dinastía que reinó en el siglo V a.C., es uno de esos héroes casi cinematográficos que la antigua civilización faraónica atesora en sus anales.
Es un trabajo que otros dejaron inacabado en 1886, 1906 y los años 30
Para saber más de este faraón que llevó a Egipto a convertirse en la principal potencia de Oriente Próximo, desde hace tres años la arqueóloga y doctora en Historia Myriam Seco (Sevilla, 1967), dedica sus esfuerzos a desenterrar su templo funerario en Luxor. El equipo que dirige realiza en la antigua Tebas un trabajo que otros dejaron inacabado en tres campañas cortas y poco fructíferas: en 1886, 1906 y en los años 30. Entonces se describió a Tutmosis III como el Napoleón egipcio. Un estratega y militar imbatido que llevó al país del Nilo a ampliar sus fronteras y dominar las principales rutas comerciales de Oriente. Pero a pesar de la relevancia de su constructor, el templo cayó en el olvido y permaneció abandonado y cubierto de escombros hasta 2008.
"Cuando en el siglo XIX se empezaron a explorar los restos faraónicos, la mayor parte de los estudiosos se interesaron por aquellas construcciones que estaban mejor conservadas, así que olvidaron este lugar", lamenta Myriam Seco. Esta edificación de Tutmosis III es el único templo funerario de los que están en el Valle de los Reyes que está construido en distintas terrazas o niveles, al igual que el de Deir El Bahari, levantado por su tía y madrastra, la legendaria reina Hatshepsut. "Hemos descubierto que se construyó sobre una antigua necrópolis y que hay cuatro niveles de tumbas bajo él", afirma orgullosa. "También hemos despejado la rampa principal y el pilono de acceso. Uno de los pocos que se conservan de esta época, ya que al ser de adobe y no de piedra han sufrido más el paso del tiempo", destaca.