Se ha visto cómo según las principales cosmogonías egipcias los dioses creadores del universo, utilizaron la magia para llevar a cabo su gran acto del génesis. Sus herramientas fueron el Pensamiento Volitivo, en el corazón; el Verbo Creador, en la lengua; la saliva, el semen, el barro y el nombre.
Éstos fueron los instrumentos de los dioses para crear y dar la vida, y éstas serían las herramientas básicas de los magos de Egipto para crear y proteger, a su vez, la vida, y obtener los efectos deseados sobre el medio que les rodeaba.
Generado el mundo, la vida debía renovarse diariamente. El sol, el dios Ra, salía al alba por el horizonte oriental y se ponía por el occidental. Cada día, la creación primigenia del mundo y de los seres vivos, se reproducía sin cesar. La magia seguía siendo necesaria para los dioses.
Para garantizar la pervivencia de este orden creado por la palabra divina, escrita o hablada, se hacía necesario concebir su necesario complemento. Para ello, los egipcios idearon las concepciones de la Verdad, la Justicia y el equilibrio cósmico.
Si el dios Thot era el dueño de las palabras mágicas creadoras, la diosa Maat, a la vez la hija y la madre de Ra, el dios que la había creado, sería su compañera por toda la eternidad.
La Verdad es lo contrario del error y de la mentira, por lo que su esencia es el conocimiento, la justicia y la razón. Esta diosa gozaba de la misma naturaleza que su creador, el dios Ra, y era el alimento diario del que se nutrían las divinidades en los templos para que la creación del primer día se repitiese sin cesar hasta el infinito.
Este, era el mayor acto de magia que cotidianamente se repetía, de manera constante, en todos los santuarios de Egipto.